lunes, 17 de noviembre de 2014

Y Dios se hizo carne

Claude Louis-Combet es un ex-seminarista que perdió su fe, se convirtió en profesor de filosofía y se consagró a la literatura. Debido a que este autor ha mezclado temas místicos con temas sexuales (incluido el incesto y el hermafroditismo), ha invocado mitos antiguos y rituales transgresivos primitivos, ha examinado seriamente a los valores cristianos, y ha construido más de un personaje extremo, sus provocativas ficciones –elaboradas en un estilo clásico y, en cierta medida, ameno– han sido juzgadas como las herederas de la prosa de Pierre Klossowski y Georges Bataille.

A Louis-Combet le encanta crear escenas impactantes: en “Madeleine au sang” una monja rompe su himen con un crucifijo y no para de masturbarse hasta encontrar la muerte; en “Augias et autres infamies” un médico diseña una bomba de succión para extraerle todo el excremento a su madre hasta dejarla vacía por dentro; en “Passion de Maure et Timothée” dos amantes cristianos en tiempos de Diocleciano son perversamente crucificados desnudos y cara a cara. Esas escenas climáticas son construidas meticulosamente a través del despliegue de tramas que no parecen querer desplegarse. Es decir la prosa de Louis-Combet, normalmente reflexiva, se ve alumbrada por esos emblemas que golpean violentamente al lector. Hay mucho de Sade en ese procedimiento, sin embargo lo que separa a Louis-Combet del Marqués es que el primero usa la sensualidad como una puerta hacia el espíritu, en tanto que el segundo la empleaba como llave de acceso a la materia.

Sin negar nunca lo sagrado, Louis-Combet usualmente trabaja en el desarrollo de personajes malditos que se ven obligados a proseguir con su descenso hacia el abismo, siguiendo el espiralado camino de sexo o de muerte (o de sexo y muerte). El fin de las dualidades existenciales, la coincidencia de los opuestos, se produce en un único individuo humano –hay como una suerte de recurso al romanticismo en este aspecto.  

Su obra más famosa es sin dudas Blesse, ronce noire, una novela de 1995 que narra la incestuosa relación del poeta austriaco Georg Trakl con su hermana Margarethe (el título de la obra está tomado de un poema de Trakl). Una pregunta bicéfala atraviesa el texto: ¿qué es el alma y qué es el cuerpo? Louis-Combet sostiene que esa doble pregunta requiere una doble respuesta, pero, sin negar el carácter simultáneo de la empresa, sugiere que la segunda parte, es decir la interrogación por la carne, es lo más complejo de abordar.

Le recours au mythe (1998) representa su autobiografía intelectual. Un texto denso, críptico y simbólico, que pretende ser una confesión más que una autobiografía. Louis-Combet habla de su infancia en Lyon, de la muerte prematura de su padre y de su relación con su madre y su abuela, de moral relajada una y devotamente católica la otra. Apelando a referencias mitológicas, el autor termina aboliendo su propia memoria para reemplazarla con una macabra danza de arquetipos inmemoriales. El psicoanálisis de Freud y de Jung es igualmente valorado como fuente de iluminación.   

La última novela de Claude Louis-Combet es Le nu au transept. Allí se cuenta la historia de Joseph, un sacerdote católico admirador de la obra de Pseudo Dionisio Areopagita que, apreciando un día el cuadro Baigneuse à la source de Gustave Courbet, le confiesa a un amigo algo que ha vivido hace cincuenta años atrás: los domingos, en las cercanías de la Catedral de Bourges, se le aparecía una bellísima mujer desnuda, que sólo él parecía poder observar y a la que decidió llamar “Maria”. Nunca pudo entablar una conversación con ella ni tampoco pudo hallar a alguien que atestiguase su existencia, de manera tal que Joseph supuso que todo se trató de una suerte de episodio onírico en el que su fe fue puesta a prueba a través de la tentación de la carne. Sin embargo es bastante obvio que la mujer vendría a ser algo así como la cara femenina de la divinidad, por lo que Joseph decide convertir a esa visión, a Maria, en la única mujer de su vida, e interpreta todo lo que vivió como una experiencia decisiva, la cual lo empuja con total convicción a vivir en la completa castidad, es decir en la beata aspiración hacia el Absoluto (aunque también cabe la posibilidad de que la mujer sea una suerte de íncubo, y Joseph haya errado completamente el camino). El deseo es lo que resulta transfigurado en la vida de Joseph gracias a esa misteriosa aparición.

Le nu au transept no sólo es letra: la novela incluye una serie de fotografías eróticas producida por Yves Verbièse, las cuales no son ilustrativas del relato sino que, más bien, narran su propia historia de confesión, delirio y sublimación.

* Louis-Combet, Claude. Le nu au transept. L'atelier contemporain, Estrasburgo, 2014, 15 €

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