La
instalación de una obra del norteamericano Paul McCarthy en la lujosa Plaza
Vendôme de París causó un gran revuelo en Francia. Tree –la propuesta del artista– consistía en una enorme lona verde
que, llena de aire, debía representar a un árbol navideño de 24 metros de altura. El
problema es que el objeto guardaba una extraordinaria similitud con un
juguete sexual llamado “tapón anal”, algo que escandalizó e indignó a mucha
gente en el Hexágono.
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Tree de Paul McCarthy en Plaza Vendôme |
McCarthy
es célebre por sus obras controversiales, muchas de las cuales parecen emerger
de una obsesión con aquello que Freud llamaba la “fase anal”: así, por ejemplo,
su instalación Complex Shit en Suiza fue
duramente criticada por consistir meramente en la representación de unos
soretes gigantescos, mientras que la sutilmente obscena Santa Claus fue rebautizada por el ingenio popular de los Países
Bajos como el “Gnomo del Vibrador”. La alcaldesa de París sabía entonces
perfectamente a qué clase de personaje estaban autorizando para exponer su obra
justo al lado de la famosa Columna de Austerlitz, un monumento que le rinde
tributo a Napoleón Bonaparte.
Tree produjo
más detractores que defensores. Entre los últimos se encuentran, claro, los
ideólogos: la Feria Internacional
de Arte Contemporáneo (FIAC), la
Casa de la
Moneda de París y el Comité Vendôme, institución que reúne a
todos los comerciantes que operan en los casi treinta palacetes que rodean a la
plaza. Para ellos la instalación de McCarthy se trataba de una obra lúdica e
irónica que le otorgaba un maquillaje especial a la vieja París.
Del
lado de los detractores, en cambio, sólo se escucharon quejas. Hoy por hoy La manif
pour tous, un colectivo sociocultural francés que nació para intentar frenar la
sanción de una ley que habilite el matrimonio entre homosexuales, se ha
convertido en una suerte de árbitro moral. Ellos pusieron el grito en el cielo
al observar algo que creyeron impúdico, y rápidamente desplegaron una campaña
en las redes sociales para multiplicar las voces de rechazo a la obra de McCarthy.
Alguno llegó a decir que lo que hizo el norteamericano fue más ofensivo que la
iniciativa de Gustave Courbet de remodelar la Plaza Vendôme durante los meses
en los que estuvo vigente la
Comuna de París.
Finalmente
alguien vandalizó la instalación: saltó el cerco que rodeaba a la obra, apagó
los equipos que le permitían a la creación de McCarthy mantenerse erecta y
desató las amarras que la sujetaban, dejando tirada en el suelo a la lona
desinflada. Al momento en que ocurrió esto no habían transcurrido aún ni 48 de horas
desde la inauguración de la muestra.
Muchos
se indignaron ante lo que juzgaron una demostración de barbarie de “algún
fascista” que cree que puede ir por la vida tildando de “arte degenerado” a
aquello que no le agrada. El Presidente François Hollande le pidió disculpas al
artista en nombre del pueblo francés y aseguró que su gobierno siempre estará
del lado de la cultura. Sin embargo McCarthy decidió no rearmar la instalación.
Los ciudadanos ofendidos, en definitiva, cantaron victoria.
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