domingo, 7 de febrero de 2010

Hugo Boss

Los esfuerzos del Estado francés por proteger internamente y promover externamente tanto a su idioma como a su cultura nacional son admirados en todo el mundo. Un ejemplo de ello es la famosa Alliance française que, habiendo sido fundada hace 127 años, tiene presencia en más de 130 países. Esta institución nació y se multiplicó internacionalmente gozando siempre de una envidiable autonomía, lo que hace que actualmente existan cerca de 1000 “versiones” locales de la Alliance, cada una con sus características y su idiosincrasia propia. Sin embargo en las últimas décadas dicha autonomía ha comenzando a reducirse, a medida que el financiamiento de las Alliances se ha ido tornando cada vez más dependiente del Estado francés.
De todos modos las Alliances no son la única institución que representa a Francia en el extranjero. También existen ciertos institutos y centros culturales (160 en 135 países según Le Monde) que, administrados desde las diversas embajadas, se ocupan no sólo de promocionar la enseñanza del idioma sino también de estimular el desarrollo de proyectos que ayuden a que la producción cultural del Hexágono repercuta fuera de los seis lados; son el equivalente francés del Instituto Cervantes español o del Goethe Institut alemán. A partir de este año todas esas organizaciones, englobadas bajo el sello CulturesFrance, se denominarán “Institut Victor Hugo”. Esta decisión mercadotécnica pretende convertir al nombre del poeta decimonónico en sinécdoque de lo francés.
La noticia nos trae a la memoria unas palabras que Borges pronunció en una conferencia en 1978:

Es curioso -no creo que esto haya sido observado hasta ahora– que los países hayan elegido individuos que no se parecen demasiado a ellos. Uno piensa, por ejemplo, que Inglaterra hubiera elegido al doctor Johnson como representante; pero no, Inglaterra ha elegido a Shakespeare, y Shakespeare es -digámoslo así– el menos inglés de los escritores ingleses. Lo típico de Inglaterra es el understatement, es el decir un poco menos de las cosas. En cambio, Shakespeare tendía a la hipérbole en la metáfora, y no nos sorprendería nada que Shakespeare hubiera sido italiano o judío, por ejemplo.
Otro caso es el de Alemania; un país admirable, tan fácilmente fanático, elige precisamente a un hombre tolerante, que no es fanático, y a quien no le importa demasiado el concepto de patria; elige a Goethe. Alemania está representada por Goethe.
Un caso aún más curioso es el de España. España podría haber sido representada por Lope, por Calderón, por Quevedo. Pues no. España está representada por Miguel de Cervantes. Cervantes es un hombre contemporáneo de la Inquisición, pero es tolerante, es un hombre que no tiene ni las virtudes ni los vicios españoles.
En Francia no se ha elegido un autor, pero se tiende a Hugo. Desde luego, siento una gran admiración por Hugo, pero Hugo no es típicamente francés. Hugo es extranjero en Francia; Hugo, con esas grandes decoraciones, con esas vastas metáforas, no es típico de Francia
.”

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