miércoles, 26 de noviembre de 2014

Una novela post-rusa

Nadie en el mundo libresco hexagonal sabe cómo se llama exactamente Antoine Volodine, ya que el nombre no es más que un seudónimo. El eco ruso de ese patronímico no es casual: a Volodine se lo conoce por haber traducido al francés a un puñado de libros escritos en la lengua de Tolstoi. Y, junto con ello, también se lo reconoce como alguien que ha indagado con profundidad en torno al nacimiento, crecimiento y muerte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

La rusofilia y la curiosidad sobre los efectos del comunismo en el alma humana llevaron a Volodine a inventar lo “post-exótico”, que vendría a ser la matriz sobre la cual se acomoda toda su obra ficcional: “post” remite a un futuro que en realidad habla del pasado, y “exótico” equivale a una tierra imaginaria la cual, a su modo, refleja a la mismísima Francia. La confesa intención de la empresa literaria de Volodine sería la de escribir literatura extranjera pero en francés; no obstante es obvio que lo post-exótico no es más que una excusa para mezclar con naturalidad a lo cotidiano con lo fantástico, algo que le permite al autor una total libertad creativa para abordar los temas que aborda (normalmente cuestiones relacionadas a la guerra, el genocidio, la revolución, la propaganda, los poderes mágicos y la alienación) sin tener que estar demorándose en explicaciones superfluas.

La literatura post-exótica –influenciada por Platonov, Shalámov, Bulgakov y Zamiatin, pero también por Tarkovski y Eisenstein– tiene un puñado de cultores, que en realidad son todos avatares de Volodine (al igual que Fernando Pessoa o Søren Kierkegaard, este autor emplea diversos nombres para firmar su propia obra). Terminus Radieux, obra premiada con el Medicis, es tanto una suerte de síntesis de los cuarenta libros post-exóticos precedentes, como una puerta de entrada al universo de Volodine para los neófitos.

La historia comienza indicando que, tras el naufragio de la Segunda Unión Soviética, una serie de accidentes nucleares se han desencadenado debido a la negligencia burocrática en una zona que vendría a ser Siberia. Tres hombres que integran la resistencia al régimen, buscando el modo de hallar un refugio para evitar la persecución que sufren, deciden aventurarse en unos territorios que se han tornado inhabitables a causa de la radioactividad que los afecta. Temiendo que no podrán evitar un destino luctuoso, los disidentes atraviesan las taigas y las estepas hasta encontrar Terminus Radiante, un koljós (o granja colectiva) que está aislado del mundo, lo que significa que el Partido no ejerce allí su dominio. En ese lugar conocerán al jefe comunal, que es una suerte de hombre con aspecto de ogro o de oso, el cual alimenta su poder a través de extrañas prácticas chamánicas. Insensible a la radiación, este sujeto parece guardar más de un obscuro secreto.   

Frente a una naturaleza devastada por siglos de acción humana sobre el paisaje, una comunidad de campesinos (muchos de ellos mutantes) y soldados peregrinan buscando un lugar en donde estar a salvo: la novela narra así las aventuras y desventuras de una humanidad crepuscular, en un lugar y en un tiempo donde la existencia parece prolongarse indefinidamente, y donde lo onírico convive con lo real, como si fuese una especie de limbo en el que es difícil distinguir el día de la noche, el bien del mal, o la civilización de la barbarie. Nadie en la novela parece estar capacitado para convertirse en héroe, pues hay una atmósfera de sordidez que todo lo impregna; de allí que los campos de concentración emerjan como los sitios más seguros para sobrevivir en un escenario como ese.

La entrega del Medicis a Volodine llega como el reconocimiento a un trabajo realizado en torno a una idea de lo político y a una serie de obsesiones personales que, recientemente, han encontrado una forma de expresión aceptable. El Medicis, de alguna manera, tiene por tarea la de consagrar a autores postergados o ignorados, sobre todo por el público lector. En ese sentido Volodine lo tenía más que merecido. Empero ello no quita que este autor sea visto como una extravagancia en las letras francesas.

* Volodine, Antoine. Terminus Radieux. Seuil, París, 2014, 22 €

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