La novelista Yanick Lahens es una
profesora de literatura formada en la Sorbona pero nacida (y actualmente residente) en
Haití. Cuando se piensa en la literatura haitiana lo primero que a uno le viene
a la mente es el tema del exilio, ya que la parte más conocida de la producción
de los escritores de ese país a lo largo del siglo XX giró precisamente en
torno a ese tópico. Sin embargo Lahens evita deliberadamente abordar ese asunto
y se concentra en escribir acerca de quienes viven en la isla, aunque no ignora
que la cimarronería (que vendría a ser una suerte de exilio interior) es el principal
elemento identitario de su país. Su especialidad son los campesinos, probablemente
el sector social más castigado de Haití.
Bain de lune –novela que fue galardonada este año con el premio Femina– comienza con una mujer que despierta en
una playa luego de que su país fuese sacudido por un terrible huracán. Ella, la
protagonista, presenta peculiares signos de violencia sobre su cuerpo, y es
incapaz de recordar quien es. A partir de allí comienza con un proceso de
recuperación personal que irá develando el drama ancestral en el que
está inserta (el primer capítulo es laborioso, pero luego la prosa se aplaca y
el libro adquiere su discreto tono de novela rosa, sobre todo para contar la
historia de la valiente Olmène y el tiránico Tertulien).
En Bain de lune dos clanes que viven en Anse Bleue (una suerte de
Macondo) se enfrentan: los Dorival, que son una suerte de señores feudales inclementes,
y los Lafleur, que vendrían a ser los proletarios oprimidos. La historia de los
clanes se desarrolla al calor de la historia de Haití, ya que las rebeliones,
las represiones y las catástrofes naturales convocan como actores a los
miembros de las dos familias. Ese entrelazamiento entre lo público y lo privado
permite que en el texto aparezcan los Duvalier o los infames Tontons Macoutes
mientras que, al mismo tiempo, se denuncia la explotación que los hombres y –especialmente–
las mujeres han sufrido en una isla azotada por la miseria (de hecho si habría
que creerle a la ficción de Lahens tendríamos que imaginar a las mujeres
haitianas como víctimas absolutas de sus patrones y sus maridos, las cuales
habrían creado todo tipo de admirables estrategias de supervivencia, incluido
un sociolecto propio). Cada episodio histórico altera la cartografía
sentimental de Anse Bleue tensando las desconfianzas, multiplicando los odios,
e infernalizando un poco más al pueblo chico.
Al igual que la Pas pleurer ganadora del Goncourt de 2014, la
novela de Lahens le da mucha importancia al tema de la sexualidad de una adolescente.
También como la novela de Salvayre, muchos diálogos de este texto que recibió
el Femina están escritos en un francés coloquial peculiar (aunque en este caso
no es el fragnol de los españoles sino
más bien el criollo haitiano). Más allá de eso en Bain de lune no hay buenos salvajes, ni cocos o tucanes, y tampoco aparece
como algo central la cuestión de la negritud, pero si hay mucho vudú y tambores
estridentes.
Yanick Lahens es una escritora
inevitablemente latinoamericana, heredera de Marie Vieux-Chauvet. Su interés
fundamental en materia de narración consiste en hablar acerca del terror que asoló a la isla tropical en la que
nació, y fabular en torno a quienes vivieron y sobrevivieron sometidos a esa
violencia sanguinaria y, en el fondo, totalmente absurda. Por ello su
campesinado se asemeja tan poco al que alguna vez describiese Jacques Roumain
con espíritu etnográfico: los anónimos a los que pretende darles voz no son más
que una excusa para teatralizar la lucha de clases, la opresión patriarcal y la
corrupción estructural, pues su objetivo final, según parece, no es el de pintar
su aldea solamente, sino que ha buscado más bien armar una fábula totalizante sobre Haití,
mediante la cual el pasado real y el imaginario mítico de su país queden
debidamente registrados y deconstruidos para el goce de los lectores.
* Lahens, Yanick. Bain
de lune. Sabine
Wespieser Éditeur, París, 2014, 20 €
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