lunes, 24 de noviembre de 2014

La poesía antes de Auschwitz

Charlotte, la última novela de David Foenkinos, se alzó con la edición 2014 del premio Renaudot, uno de los galardones literarios más importantes de la Francia actual. También le dieron el Goncourt des Lycéens (o "Pequeño Goncourt" en contraposición al "Gran Goncourt"), que es un premio organizado por el Ministerio de Educación de Francia y otorgado por un jurado integrado por unos dos mil estudiantes franceses de entre 15 y 18 para halagar al libro de la temporada literaria que consideran más valioso.

La obra pretende retratar la vida de Charlotte Salomon, una pintora judía nacida en Alemania que, estando embarazada de su primer hijo, murió a los 26 años de edad en Auschwitz. La mujer es un personaje real que huyó hacia el exilio en el sur de Francia ante la imposibilidad de sobrevivir escondida en el terreno controlado por los nazis, y que, como una suerte de Anne Frank muñida de un pincel en lugar de un bolígrafo, dejó testimonio de su angustia: la célebre serie Leben? oder Theater?: Ein Singspiel. La vida de la heroína fue siempre tumultuosa, habituada desde pequeña a lidiar con el suicidio de sus familiares (“Suicidios alemanes” sería un buen título para el libro, pero pocos apreciarían la humorada), por lo que a su tiempo en el exilio lo vivirá con la certeza de que su futuro es incierto y, probablemente, catastrófico.   

Foenkinos suele escribir acerca del amor. Este autor tiene una gran capacidad para hacer que su prosa limitada luzca tierna y jubilosa (La délicatesse, su obra más famosa, es paradigmática en ese aspecto). Charlotte no elude ello, pero esta vez el escritor ha experimentado con la forma misma de su escritura: la novela está desarrollada a través de versos libres, como si fuera un interminable poema narrativo. Abordar un tema tan denso en una forma tan poco habitual parecería ser una osadía, pero a Foenkinos, ciertamente, no le interesa ser ni parecer osado, sino más bien todo lo contrario.

Tanto el estilo como el vocabulario de Charlotte son simplones, porque lo que le importa a quien la escribió es que el lector no deje de pasar las hojas, conmovido por la historia de esta muchacha tan querible y su destino tan trágico.

Hay un exceso de descripción a lo largo de la novela, como si el autor no quisiera que los lectores noten que la obra se trata de una invención literaria. Pese a ello Foenkinos no resistió la tentación de incluirse como personaje en la narración de su libro. Lo hace, por supuesto, de una manera completamente gratuita, sólo para que no queden dudas de lo pretenciosa, superficial y sensacionalista que es su más reciente empresa literaria. Su intención es agradarle al público, claro está.

Charlotte buscaba convertirse en la consagración definitiva de Foenkinos, pues pese a la enorme cantidad de libros que ha vendido en estos últimos diez años, este autor sigue sin recibir el reconocimiento de los especialistas en materia de letras. El Renaudot, al final, ha sido el premio consuelo de alguien que había escrito pensando en seducir al jurado del Goncourt (del Gran Goncourt obviamente).  

* Foenkinos, David. Charlotte. Gallimard, París, 2014, 18,50 €

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