La historia comienza con una caída.
El 20 de agosto de 2014, Sylvain Tesson se encontraba en la ciudad de Chamonix
para entregarle el manuscrito de su último libro a la editorial Guérin, empresa
arraigada en esa ciudad. Al día siguiente el escritor tenía planeado ascender el
Grand Capucin, un obelisco de más de 3.800 metros situado
en los Alpes Grayos. Sin embargo durante la noche de la víspera pensó que era una buena idea
escalar un edificio de diez metros, algo muy simple para un escalador tan experimentado
como él. Pero algo salió mal y Tesson terminó en el suelo, con muchos de sus
huesos fracturados. Fue trasladado de urgencia a Annecy, para terminar luego en
un hospital de París, en donde permanecería internado por más de tres meses en
condición crítica. Finalmente salvaría su vida, pero quedando severamente
paralizado.
Para un sujeto como Tesson la
parálisis es una verdadera desgracia. Ello se debe a que desde hace veinte años este escritor
reparte su tiempo entre la realización de viajes aventureros y la escritura de
libros recontando las vivencias recolectadas durante esas travesías.
Tras explorar el desierto de
Islandia y unas cavernas en Indonesia siendo un adolescente, Tesson supo que lo
suyo serían los viajes alrededor del mundo. Entre 1993 y 1994, el escritor atravesó
treinta y cinco países en bicicleta junto a su amigo Alexandre Poussin, quien
también estudiaba para ser geógrafo como él. De esa experiencia nació On a roulé sur la terre (1996), un libro
que hizo famosa a la dupla de autores.
Poco tiempo después, los amigos abandonaron
Francia nuevamente juntos en busca de aventuras. Esta vez eligieron partir
desde China para terminar en Tayikistán, después de haber atravesado Tibet,
Nepal y Bután. El resultado de ese viaje fue La marche dans le ciel : 5.000 km à pied à travers l'Himalaya (1998),
otro libro que gozó de una estupenda recepción en el Hexágono, y también Himalaya : visions de marcheurs des
cimes, obra que fuese editada por Transboréal, una casa editora
especializada en libros de viajeros corajudos.
Las obras firmadas por Tesson se han ido multiplicando: La chevauchée des steppes (2001), tanto el libro como el documental
co-realizado con la fotógrafa Priscilla Telmon, registra su paso por el Asia
central; L’axe du loup (2004) narra
su travesía desde Siberia hasta la
India , siguiendo la huella que supuestamente recorrió el
polaco Sławomir Rawicz –un hombre que aseguró haberse fugado de un gulag
soviético en la década de 1940 y que luego publicaría el libro The Long Walk para contar la hazaña–; y Éloge de l’énergie vagabonde (2006) es
la bitácora de su visita al Cáucaso. Tesson también es autor de Une vie à coucher dehors (2009), un
libro de cuentos en el que se ve claramente la influencia que sobre él han
ejercido Jean Giono, William Faulkner y el conde anarquista León Tolstoi.
De todos modos el libro más
celebrado de Tesson es Dans les forêts de
Sibérie (2011): diario íntimo de un ermitaño que ha escogido la dureza de
Siberia para sobrevivir allí seis largos meses al lado del lago Baikal. La obra
es una meditación acerca de la existencia que se convirtió en un best-seller en su país de origen. Y no
sólo eso: gracias a ese texto, Tesson fue galardonado con el Premio Médicis de
Ensayo.
Berezina, el libro más reciente de Sylvain Tesson, narra una
“cabalgata” desde Moscú hasta París a bordo de un sidecar soviético de la década
de 1930. Su idea es seguir la ruta de retirada que el Gran Ejército napoleónico
tomó en 1812, luego de fracasar en su intento de invadir Rusia. La Batalla de Berézina que da nombre al libro es
vista por los franceses como un episodio histórico nefasto, en el cual las
tropas imperiales lograron escapar de la destrucción que los cosacos les habían
preparado, pero al precio de renunciar al sueño expansionista de Napoleón I (una "bérézina" es, para los franceses, sinónimo de una derrota catastrófica). Por
ello quizás el tono de Berezina resulta
nostálgico, como el de alguien que saluda a los fantasmas de esos hombres todavía
atormentados por las crueles explosiones y el horrendo frío que les quitó la vida.
Recordando esas escenas bélicas, Tesson se pregunta una y otra vez acerca del heroísmo, una interrogación provocadora en
un mundo como el europeo, el cual vive en estos días adormecido por el confort, olvidándose de que alguna vez tradujo todo conflicto a una cuestión de honor en la que se ponía en juego la totalidad de la existencia.
En Berezina hay un tratamiento ambiguo hacia Napoleón I. Por un lado
destaca el hecho de que el Emperador rescató a la Revolución de su
hundimiento y, dado que los nobles habían huido al extranjero, llevó al pueblo
a la conquista del mundo. Sin embargo Tesson no es un enamorado del Primer
Imperio, por lo que prefiere el romanticismo al realismo. A las guerras napoleónicas entonces las imagina como eventos cargados de gloria, pero también de horror, matanza
y devastación.
Dos referencias que Tesson usa
para escribir su libro son las memorias del Sargento Bourgogne y del Marqués de
Caulaincourt, sin embargo es el alma rusa decimonónica lo que marca la prosa de
Berezina. Al desfolklorizar a Napoleón
Bonaparte, Tesson, ahora paralítico, hace el homenaje más inteligente a los caídos
en aquel penoso combate ordenado por ese movilizador General que llevó la
guerra a casi todos los rincones de Europa, pero que no pudo contra la
interminable Rusia.
* Tesson, Sylvain. Berezina. En side-car avec Napoléon. Guérin, Chamonix, 2015, 19,50 €
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