domingo, 28 de junio de 2015

En el comienzo del fin

Desde hace bastante tiempo que la literatura francesa no produce un objet d’art, pues hoy con entregarle un bric-à-brac a una editorial ya alcanza para que se lo publiquen, por lo que los autores galos no se esmeran demasiado. Sin embargo, de tanto en tanto, aparecen los bibelots literarios. Me toca hablar ahora de uno de ellos: Eugène et Mathilde, una novela escrita por Michel Sétan y publicada este año por Plon.

La historia comienza durante la Primera Restauración, es decir en 1814, poco después de la caída del Emperador Napoleón I. Luís XVIII, el Deseado, debe asumir el control de una Francia todavía agitada por los sucesos revolucionarios de 1789. Después de la noche obscura, los nobles han retornado a su patria. Algunos de ellos se sienten avergonzados, pues ignoran cómo deben de comportarse en ese mundo que recuperaron sin poder haber vivido en él, en tanto que otros se sienten humillados, dado que las expropiaciones que sufrieron les han quitado las riquezas que poseían. Al mismo tiempo esos hombres y mujeres con remoto abolengo se encuentran con gente que, gracias al Imperio, obtuvieron sus correspondientes títulos y blasones, sin que nadie les haya consultado previamente a ellos si eran aptos para ingresar al mundo del que son dueños. El rey, con la intención de conciliar a todos sus súbditos, hace lo que cualquier monarca haría en su lugar y los convoca a todos al Palacio de las Tullerías. De esa velada nacerá un romance, que es el corazón de la novela de Sétan.

La historia de amor en Eugène et Matilde, empero, es sólo una excusa para presentar un cuadro de aquella Francia corajuda, bella y noble del país de la realeza que se extingue irremediablemente. El texto, entonces, se dedica a describir el maquiavelismo corrosivo, las mezquindades y las bajezas de la Francia que se avecina, esa Francia de los comerciantes, los mercaderes y los usureros, es decir, la Francia del dinero.

En la novela la gente viaja: de París a Bretaña, de Londres a África del Norte. Y en esos viajes aparecen princesas, campesinos, burgueses, un rey y, claro, los bárbaros. Sétan demuestra conocer (o, al menos, intuir) a la naturaleza humana. Los personajes retratados desbordan verosimilitud, lo que provoca que el lector sonría o se disguste, ya que, si bien aparecen presentados como gente del siglo XIX, no es muy difícil identificarlos como a nuestros contemporáneos.

De todos modos lo más destacable del libro es el uso del lenguaje: Sétan aspira a lo sublime, lo que lo aleja de ese francés falsamente literario en el que mayormente se escribe hoy en día. El estilo, la intriga, los personajes, todo está debidamente cuidado, todo está debidamente trabajado. La novela, por ello, más que una novela es una metáfora sobre la historia de Francia. Degustarla, hoy en día, es algo así como un acto político.

* Sétan, Michel. Eugène et Matilde. Plon, París, 2015, 22,90 €

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