lunes, 15 de junio de 2015

Baudelaire estaría orgulloso

Oestrogénèse, el último disco de Circé Deslandes, es una odisea orgánica y visceral, una expresión pulsional con musicalización trip-hop.   

No faltará quien, apenas la vea o escuche, la relacionará de manera inmediata con Lana del Rey (aunque muy probablemente ella citará a Marilyn Monroe y Brigitte Bardot como sus influencias). Sin embargo la poesía cruel y onírica de Circé –o Cécilia para los conocidos– desestima toda sospecha de oportunismo. El erotismo de la artista no parece ser una pose, sino algo inherente a su naturaleza.

Su obra se abre con “Testostérone” y se cierra con “Oestrogène”: entre las dos hormonas se desplega un mundo animal, donde predominan las imágenes táctiles, falta el pudor y el deseo se libera. Una canción, por ejemplo, se llama “Ta bite”, y no es más que un homenaje a ese apéndice masculino al que se lo representa como algo poderoso pero que, en realidad, es un pájaro frágil que una buena amante sabe proteger. En el disco también hay lugar para la separación, la ausencia, la infancia, y, claro, la muerte.

Oestrogénèse es un viaje por el universo íntimo de una mujer, pero el mismo está presentado de modo brumoso y misterioso. Hay algunos momentos en donde el hechizo se pierde, en donde el tono se exagera un poco, pero, afortunadamente, esos derrapes son escasos y, en definitiva, irrelevantes.  

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