miércoles, 28 de noviembre de 2018

Deambulando por Estambul

Aunque Valéry Giscard d'Estaing sostuvo que Europa termina en el Bósforo, Turquía no ha cesado en sus intentos de ser incluida en el espacio de Schengen. Su mejor excusa es Estambul, ciudad situada en una encrucijada donde Occidente se encuentra con Oriente, por lo que no faltan las tensiones entre musulmanes y cristianos, asiáticos y europeos, conservadores y progresistas, tradicionalistas y modernistas, autocráticos y democráticos. Y es precisamente por esas dualidades presentes en todo el país -pero que, sobre todo, se manifiestan muy visiblemente en la otrora Constantinopla- que los turcos no han podido ser reconocidos como parte de la comunidad de naciones que conforman la Unión Europea. 

Es un lugar común afirmar que no es la cultura, la sociedad ni la economía turca lo que disgusta a los mandarines de la UE, sino su política. En efecto, con un poco más de civilidad y transparencia a la hora de tomar decisiones que impacten en el funcionamiento del Estado, Turquía podría estar usando el euro ahora mismo. Pero los políticos locales, o, al menos, un grupo mayoritario de ellos, no están dispuestos a transformar sus prácticas y discursos para adaptarlos al refinado gusto europeo, así que la integración ha quedado sólo como proyecto.

Valérie Manteau escribió una novela sobre el asunto, Le Sillon, que terminó por ser galardonada con el Premio Renaudot de este año.

Manteau es de profesión periodista y trabajó para Charlie Hebdo, la famosa publicación que semana a semana se encarga de satirizar a la política y a la sociedad francesa. 

Le Sillon es un reportaje sobre la situación política de la Turquía bajo el mando de Recep Tayyip Erdoğan y un ensayo sociohistórico sobre el país bicontinental, el cual además aspira a ser una novela. La trama se desarrolla a partir de que la narradora, una versión ficticia de Manteau, llega a Estambul para encontrarse con su amante, pero la relación entre los dos rápidamente se enfría y ella, sin nada mejor que hacer, decide recorrer la vieja ciudad. En sus paseos no sólo va descubriendo el paisaje local como lo haría cualquier turista, sino que también va interactuando con los locales. Entonces conoce la historia real de Hrant Dink, un periodista perteneciente a la pequeña comunidad de armenios en Turquía que fuese asesinado por sus esfuerzos de llevar paz, prosperidad y progreso a su patria. Ese hombre era el creador de la revista Agos (nombre en armenio para sillon o surco), una publicación que recibió la gravísima acusación de denigrar la turqueidad. 

Uno podría pensar que con la aparición de la figura fantasmática de Dink habrá de desplegarse una emocionante investigación policial para develar la identidad de los autores intelectuales del homicidio, pero lo que hay en el libro es más bien el deber autoimpuesto de la autora de restaurar la memoria ocultada de su colega muerto.

Lo que tiene Le sillon es que el punto de vista sobre la situación de Turquía está deliberadamente sesgado; a Manteau le interesa acopiar las voces de los disidentes del régimen de Erdoğan, pero no tiene interés alguno en tratar de explicar por qué hay tantos adherentes al mismo. Por eso se trata de un libro militante. Y ese es quizás el mismo motivo que hizo que Le sillon terminara adoptando forma de novela, en lugar de simplemente presentarse como un producto periodístico. Porque siempre es fácil cuestionar el mal que le ocurre a otro, mientras se envuelve todo en un marco de ficción protectora. Esa fórmula, al menos, le sirvió a nuestra escritora para ganarse un Renaudot.


 * Manteau, Valérie. Le Sillon. París: Le Tripode, 2018. 18,90 

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