miércoles, 2 de marzo de 2011

Mucho amor y poca guerra

En el pequeño mundo del rock francés, Elista representa un caso aparte. En efecto, con nueve años de existencia y tres álbumes editados, Elista ha demostrado ser un grupo al que sólo le interesa explorar sus inquietudes, dándole muchas veces la espalda a las modas promovidas por la industria. Sus aventuras a través de los terrenos del pop, del rock y de la chanson clásica los convierte en el tipo de artistas que vienen a llenar los espacios vacíos dejado por ciertos grupos ahora extintos como Les Innocents.
El single “Debout”, de su primer disco Elista, irrumpió como hit en 2003, y a partir de allí el grupo comenzó la historia de amor con sus seguidores. Sin la necesidad de hacer declaraciones polémicas o de adoptar poses extravagantes, Elista atrajo a su público gracias a la discreta elegancia de sus melodías y a la laboriosa construcción de sus letras (lo más singular de Elista no es que tenga dos cantantes, sino que el principal autor de sus letras, el escritor Benjamin Peurey, es un miembro activo de la banda, pero nunca aparece con ella sobre el escenario o en las salas de grabación).
La folie douce, su segunda obra lanzada en 2006, traicionó la apuesta acústica tan enfatizada de su obra anterior, pero su inclinación hacia lo eléctrico no produjo malos resultados: “Dès le départ, dès le début” y “Les hommes ordinaires” son la prueba. Su cambio fue tan acertado, que pronto se vieron compartiendo escenario con The Killers, Sonic Youth y Muse.
Su último álbum, L’amour, la guerre et l’imbécile de 2011, aparece para avalar el hecho de que Elista, en su rubro, es uno de los grupos musicalmente más elegantes del Hexágono. El leit-motiv de la obra pareciera ser las diversas manifestaciones del amor, lo que hace que, en definitiva, el sonido construido para su anterior producción se suavice hasta el punto tal de fingir ser algo deliberadamente ajeno a su actual etapa. Ello, dependiendo de cada receptor, puede generar toda clase de reacciones, las cuales, seguramente, no preocuparán demasiado a ese grupo de amigos que componen música bajo el denominativo de “Elista”.
Muchas de las piezas requieren una segunda lectura para terminar de convencer al oído. También gracias esa repetición brillarán los detalles musicales diseminados a lo ancho del disco. “A la maniére d’un météore” y “La Saint Valentin” juegan con la ligereza de la melodía para contrastarla con la obscuridad de los textos. “Seul et sans défense” evoca el tema del desarraigo, mientras que “La ballade criminelle” dramatiza bellamente la historia de un asesino amnésico. La canción que da nombre a la obra, es decir “L’amour, la guerre et l’imbécile”, con el sonido del piano jazzero empuja a todo aquel que se encuentre con la música de Elista a considerar que Francia puede tener artistas meritorios.

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