¿Cómo evocar la dolorosa cuestión de la
Gran Guerra ahora que todo se ha dicho ya
sobre el asunto y cualquier nueva palabra parece quitarle realidad a la tragedia en lugar de aumentársela? ¿Cómo hablar respetuosamente acerca de algo tan grave en los tiempos frívolos de YouTube si los últimos que podían
dar fiel testimonio sobre el asunto hoy ya no existen? ¿Cómo comprender el
suicidio colectivo en el que Europa se precipitó en 1914? La respuesta a esas
preguntas es el ambicioso proyecto que Jean-François Roseau intenta desarrollar
en su novela Au plus fort de la bataille.
Gracias al hallazgo casual de una
caja con cartas fechadas en las primeras décadas del siglo XX, el narrador explora la
historia de un triangulo amoroso que tiene sus raíces en el corazón del
conflicto. Así el lector es sumergido en la historia de unos cuerpos que
gravitan entre el amor y la violencia, entre el reino de Eros y los dominios de
Tánatos.
Lo más interesante en la novela
es su composición. El inicio parece contar demasiado, pero la historia va
creciendo en complejidad a medida que las páginas avanzan. Las cartas que el
novelista descubrió constituyen la columna vertebral del texto, pero los vacíos
que las palabras de los personajes generan son llenados inteligentemente por el
autor (cuya profesión es la de historiador y politólogo). De todos modos, este
procedimiento tiene sus límites, por lo que es frecuente presenciar que las dudas que al
narrador le nacen durante su tarea de reconstrucción se transfieran a la
novela, generando momentos en los que el lector es incomodado y se ve obligado
a reflexionar junto al autor acerca de los problemas relacionados al acto de
narrar hechos verídicos. Esa apuesta por lo metaficticio obliga al receptor de
Au plus fort de la bataille a emplear
sus competencias en lógica y su experiencia vivencial para producir sus propias
teorías acerca de lo que está leyendo.
Los personajes de la novela son
cuatro: tres hombres que giran en torno a una mujer. El primero de ellos,
Alexandre, es un luthier que se ofrece como voluntario para ir al frente de
batalla, ya que no soporta permanecer inactivo mientras la violencia bélica ya
ha sido activada. Alexandre está casado con Hélène, una mujer muy joven, que,
como cualquiera en su situación, sufre por la ausencia de su marido y por el
conflicto en el que está envuelto su país. Como en la famosa novela Le diable au corps de Raymond Radiguet,
la mujer sucumbe ante los encantos de otro hombre mientras su marido combate a
los alemanes (en este caso el amante es un tal Damien Leroy, quien, pese a ser un funcionario del Estado francés, vive a la pesada realidad de la guerra con indiferencia). Sin embargo Hélène experimenta
una suerte de redención al convertirse en madrina
de guerra de Jean-Gabriel, un estudiante corso que ha decidido comprometerse con la
causa francesa y que morirá fusilado por intentar desertar de las filas del ejército –las “madrinas de guerra” fueron mujeres que durante la
Gran Guerra les enviaban cartas a los
soldados que habitualmente no recibían correspondencia (por carecer de familia
o por algún otro motivo particular); era un intento gratuito por apoyarlos
moral y psicológicamente, dándoles consuelo y aliento; al principio a las
mujeres involucradas en esa práctica se las consideró como una suerte de
“santas cívicas”, pero a medida que empezaron a crecer los amoríos entre los
soldados y ellas, se las denigró públicamente y se buscó desalentar la
actividad.
La polifonía narrativa que
desarrolla Roseau a través de esta novela epistolar permite construir una
perspectiva plural de la Primera Guerra
Mundial. Mediante esa opción, el autor puede mostrar tanto el horror inefable
de las trincheras, como la violenta cultura cívica que reinó en Europa durante los
años del conflicto, y los penosos pero alucinantes traumas psicológicos que
sufrieron los combatientes.
Roseau se esfuerza por retratar al
verdadero conflicto ideológico que cruzó a los franceses en contra de los
alemanes. Según su perspectiva, la cultura misma devino un instrumento de
propaganda que justificó a los campos de batalla. “¡La armonía francesa contra
el furor germánico!” exclamará en un momento Alexandre: Roseau nos recuerda que
ese enfrentamiento decimonónico que se creía haber visto entre la civilisation y la Kultur,
o entre lo apolíneo y lo dionisiaco, terminó por empujar a dos naciones hacia
el abismo de la guerra total.
El mérito de Au plus fort de la bataille es que le permite a cualquiera comprender
a la Historia a través de
pequeñas historias. La Gran Guerra
es expuesta como lo que fue: una profunda herida que afectó al siglo XX y que, aún hoy, no ha terminado
de cicatrizar.
* Roseau, Jean-Francois. Au plus fort
de la bataille. Éditions Pierre-Guillaume de Roux, París, 2014, 22,90 €
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