“Samba” suena a Brasil, playas,
mujeres voluptuosas, frutas exóticas, carnaval. Pero en Francia a la palabra
quisieron asociarla a una película demagógica que cuenta la historia de un
inmigrante ilegal.
Detrás de Samba están Olivier Nakache y Éric Toledano, los mismos dos
cineastas que firmaron la famosa Intouchables
en 2011. Y adelante están Omar Sy, Charlotte Gainsbourg, Tahar Rahim e Izïa
Higelin, cuatro actores franceses ampliamente consagrados.
Sy sostiene la película con su
actuación. Un país que supo admirar a Jean Gabin, Lino Ventura y Alain Delon,
ahora le rinde culto a este hombre moreno –dado que Gérard Depardieu entró en
rebeldía. Sin embargo Sy le imprime una suerte de toque estadounidense a su
trabajo, un país que toleras y aprecia más las bufonerías. Entonces a veces cuesta
digerirlo.
En Samba, Sy es el africano que ha llegado a Francia y que el país
xenófobo quiere expulsar. A lo largo de la cinta se lo ve a Sy intentando no
sonar como Sy, esforzándose por componer un personaje. Algunos han señalado que
su trabajo es pobre, que lo que hace parece una de esas célebres imitaciones de Michel Leeb que alguna vez le causaron tanta gracia a los franceses y hoy en
día, con el cambio de siglo, son consideradas racistas. Empero es el acento lo
que engaña: Sy actúa como lo exige el papel, y eso es lo que separa a Samba de Intouchables.
Ambas películas son un alegato a
favor de la corrección política, pero Intouchables
es más liviana (o menos melodramática) que Samba.
La moraleja, esta vez, sería que los blancos privilegiados no saben apreciar la
vida y los inmigrantes ilegales si. El mensaje no es malo, pero es todo tan
irreal en la película que no resulta muy convincente. Al final uno tiene la
sensación de que le contaron un cuento de hadas.
Lo más reprochable, tal vez, es
la consolidación de la pareja dispareja que conforman los personajes de Sy y
Gainsbourg. Francia, tal y como lo prueban Asterix y Obelix, es un país que ama
ese tipo de duetos: ¿por qué privar al gran público de lo que tanto desean? Ciertamente
a Nakache y a Toledano no les gusta defraudar a su público.
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