En esta época en la que
cualquiera produce y difunde la música que compone, no es raro que incluso los
artistas consagrados recurran directamente a sus seguidores para financiar sus
proyectos. Joseph d’Anvers es ejemplo de ello: a través de la plataforma Kiss
Kiss Bank Bank recaudó lo suficiente y, de manera independiente, lanzó Matins Blancs, su cuarto disco de
estudio en algo así como diez años de carrera.
Este nuevo álbum de d’Anvers
marca un regreso a los orígenes. Hay, entonces, un aire a Lescop en la canción
“Marie”, y un eco de Miossec en “La nuit je t'aime quand même”. También
Dominique A aparece en “Tremble” –quizás la mejor canción de Matins Blancs–, Bashung inspira a
“Gaby”, y “Surexposé” parece una creación de Daho. El resto es puro d’Anvers.
El disco manifiesta cierta
elegancia. “La vie à présent” demuestra que d’Anvers no necesita demasiado para
probar de lo que es capaz como músico.
Matins Blancs gira en torno al pasado, a las pequeñas historias que
uno a veces recuenta cuando amanece. Es un poco arriesgado entonces lo que
hace: sonar melancólico sin querer ser patético.
Ciertamente la obra no es lo
mejor que ha producido d’Anvers, pero al menos es una manera de conocer a este
artista que alguna vez fuese llamado el “Claude Sautet de la chanson française”.
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