viernes, 10 de abril de 2015

Poesía cruel de los sobrevivientes

François Bizot, un antropólogo francés, es el único occidental que sobrevivió en un campo de concentración administrado por el Khmer Rojo. Sucedió en 1971. Según él mismo lo ha relatado en el libro Le portail (La Table Ronde, París, 2000, con prólogo de John Le Carré), ello fue posible gracias a que Kang Kek Ieu –más conocido como el “Comandante Duch”– lo liberó tras comprobar que no era un espía de la CIA como se lo acusaba.

En base a lo relatado por Bizot se filmó Le temps des aveux, coproducción franco-camboyana dirigida por Régis Wargnier (cineasta famoso por haber sido el responsable de Indochine, obra que ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera en 1993).


En 2009, cuando el Comandante Duch fue llevado a juicio acusado de haber cometido crímenes de lesa humanidad, la defensa convocó a Bizot para que testifique a favor del acusado, ya que el antropólogo, al fin y al cabo, le debía su vida al genocida. Ambos hombres se reunieron brevemente, y, en el estrado, Bizot contó su historia, destacando que el comunista era un asesino pero que al mismo tiempo había sido un hombre que creyó que la violencia mejoraría al mundo. Un episodio de este tipo posee un dramatismo impresionante, el cual no es sencillo de representar adecuadamente.

Le temps des aveux escoge el camino fácil y decide evitar ese duro relato, narrando en su lugar todo lo que llevó a Bizot a ingresar, permanecer y salir de un campo de concentración comunista. El Comandante Duch, sobre quien pesa la responsabilidad de haber asesinado a unas doce mil personas, debate con Bizot, un simple académico que llegó a Asia, se enamoró del lugar, se casó con una mujer nativa, y se dedicó a trabajar en la restauración de templos budistas. El relato, así, es una suerte de choque entre el bien y el mal, que termina con el camboyano ejerciendo la justicia de modo ecuánime e imparcial al interceder por Bizot. Una vez afuera, Bizot sólo quiere huir de Camboya, pero debe asegurarse de que su familia esté a salvo. Ciertamente hay muchos locales que esperan que los ayude de alguna manera a evadir la masacre, pero él no puede hacer nada por ellos.

La película de Wargnier se emparienta con The Killing Fields, una estupenda obra británica de 1984. La diferencia entre una y otra pieza es, quizás, que la última resulta más sentimental que la primera. En efecto, en Le temps des aveux no hay imágenes de la atrocidad, sólo una escena en el que aparecen los cuerpos y los esqueletos apilados en la orilla de un río. Tampoco hay un alegato explícito a favor de los derechos humanos. Lo que hay es una historia de suerte y supervivencia, es decir un cuento sobre el destino.

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