François Bizot, un antropólogo
francés, es el único occidental que sobrevivió en un campo de
concentración administrado por el Khmer Rojo. Sucedió en 1971. Según él mismo lo ha relatado en
el libro Le portail (La Table Ronde , París,
2000, con prólogo de John Le Carré), ello fue posible gracias a que Kang Kek Ieu –más conocido como el “Comandante
Duch”– lo liberó tras comprobar que no era un espía de la CIA como se lo acusaba.
En base a lo relatado por Bizot se
filmó Le temps des aveux, coproducción
franco-camboyana dirigida por Régis Wargnier (cineasta famoso por haber sido el
responsable de Indochine, obra que
ganó el Oscar a la Mejor Película
Extranjera en 1993).
En 2009, cuando el Comandante Duch
fue llevado a juicio acusado de haber cometido crímenes de lesa humanidad, la
defensa convocó a Bizot para que testifique a favor del acusado, ya que el
antropólogo, al fin y al cabo, le debía su vida al genocida. Ambos hombres se
reunieron brevemente, y, en el estrado, Bizot contó su historia, destacando que
el comunista era un asesino pero que al mismo tiempo había sido un hombre que creyó
que la violencia mejoraría al mundo. Un episodio de este tipo posee un
dramatismo impresionante, el cual no es sencillo de representar adecuadamente.
Le temps des aveux escoge el camino fácil y decide evitar ese duro
relato, narrando en su lugar todo lo que llevó a Bizot a ingresar, permanecer y
salir de un campo de concentración comunista. El Comandante Duch, sobre quien
pesa la responsabilidad de haber asesinado a unas doce mil personas, debate con
Bizot, un simple académico que llegó a Asia, se enamoró del lugar, se casó con
una mujer nativa, y se dedicó a trabajar en la restauración de templos budistas.
El relato, así, es una suerte de choque entre el bien y el mal, que termina con
el camboyano ejerciendo la justicia de modo ecuánime e imparcial al interceder por
Bizot. Una vez afuera, Bizot sólo quiere huir de Camboya, pero debe asegurarse
de que su familia esté a salvo. Ciertamente hay muchos locales que esperan que
los ayude de alguna manera a evadir la masacre, pero él no puede hacer nada por
ellos.
La película de Wargnier se emparienta
con The Killing Fields, una estupenda
obra británica de 1984. La diferencia entre una y otra pieza es, quizás, que la
última resulta más sentimental que la primera. En efecto, en Le temps des aveux no hay imágenes de la atrocidad, sólo una escena
en el que aparecen los cuerpos y los esqueletos apilados en la orilla de un río.
Tampoco hay un alegato explícito a favor de los derechos humanos. Lo que hay es
una historia de suerte y supervivencia, es decir un cuento sobre el destino.
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