miércoles, 20 de mayo de 2015

En memoria de Pauline

La vérité es una película francesa de 1960 recordada por la descollante actuación de Brigitte Bardot. La historia gira en torno a una joven mujer que ha asesinado a su novio y es juzgada por ello; la versión de su abogado defensor es que el episodio se trató de un crimen pasional, mientras que los acusadores sostienen en cambio que ha sido un homicidio premeditado. Dos mundos se enfrentan en la cinta dirigida por Herni-Georges Clouzot: la vieja generación de corazón hipócrita, que sólo se molesta por cuidar las apariencias, y la nueva generación de espíritu rupturista, acusada de “libertina” por querer vivir según un código moral distinto. 

La trama de La vérité está inspirada en la historia de Pauline Dubuisson, una homicida que estuvo muy cerca de ser condenada a la pena de muerte. El Caso Dubuisson escandalizó a la opinión pública de Francia a principios de la década de 1950, pues Pauline era una asesina atípica: bella y brillante, provenía de una familia acomodada, algo que, a la luz de la época, la ponía muy lejos de ser una encarnación de la perfidia. Dubuisson recibió cadena perpetua en 1953, aunque la misma le fue conmutada en 1959 por buena conducta. Una vez afuera, trató de iniciar una nueva vida, pero la obra de Clouzot la incomodó bastante. Por ello emigró hacia Marruecos en 1961, país en el cual finalmente se suicidaría durante el otoño de 1963.

El padre de Pauline era un veterano de la Primera Guerra Mundial, algo que aparentemente lo habría traumatizado lo suficiente como para no ser el padre amoroso que debió haber sido. Su madre también vivió desgarrada: dos de sus hijos, hermanos de Pauline, murieron por Francia en la Segunda Guerra Mundial. El matrimonio Dubuisson se esforzó por hacer de Pauline una mujer ejemplar, pero a sus 14 años todo Dunkerque sabía que ella estaba viviendo un amorío con un médico alemán. Francia se encontraba ocupada por los alemanes y colaborar con los invasores no era algo bien visto. Al concluir la guerra, Pauline cayó en manos de los libertadores que, tras haber resistido la ocupación, se encontraban ansiosos de comenzar con las purgas. De ese modo fue humillada públicamente (la costumbre era llevar a mujeres como ella hasta una plaza para raparlas, desnudarlas y pintarles cruces gamadas en el cuerpo, mientras las hacían desfilar bajo una lluvia de insultos, escupitajos y ocasionales puntapiés o puñetazos de la gente), y luego terminó siendo violada por varios hombres en el interior de un calabozo. Cuando estaban por fusilarla, su padre intervino y le salvó la vida. Pauline, deshonrada ante la mirada de los otros, tuvo que dejar su Dunkerque natal y reubicarse en Lille.

En su nueva ciudad ingresó en la universidad para estudiar medicina. Pronto conoció a Félix Bailly, con quien inició una relación amorosa. Bailly le propuso matrimonio, pero ella rechazó la oferta. Un tiempo después se arrepentiría de ello, pero ya era demasiado tarde: Bailly vivía en París y estaba por casarse con otra mujer. Pauline lo buscó y terminó asesinándolo. Luego trató de suicidarse, pero falló y fue capturada por la policía. El padre del Pauline, el mismo que la había salvado del pelotón de fusilamiento, se quitó la vida cuando se enteró lo que había hecho su hija.

En La vérité las referencias a la familia disfuncional o a la violencia revanchista están ausentes. Por ello Clouzot pudo armar una fábula sobre jóvenes y viejos. Pero la realidad fue mucho más densa, compleja y obscura.

Jean-Marie Fitère escribió La ravageuse (París, 1991) para rehabilitar a Dubuisson, quien ante los ojos de la opinión pública francesa era una mujer perversa, que, no conforme con haber traicionado a su patria, llevaba una vida vacía y hedonista, la cual era registrada en un diario personal en el que relataba sus sórdidas aventuras sexuales y que, por supuesto, fue usado como evidencia en su contra cuando le tocó enfrentarse al sistema judicial francés. Cinco lustros después de la publicación de esa obra, el novelista Jean-Luc Seigle vuelve sobre el tema con la misma intención que Fitère. Je vous écris dans le noir está escrito en primera persona, pues su autor aparentemente empatiza tanto con Pauline que se siente autorizado a contar su historia como si hubiese nacido de la pluma de la protagonista.

Seigle pasa por alto los detalles turbios producidos por Pauline y se concentra en reconstruir el abuso físico y psicológico que, al parecer, habría marcado la vida de la mujer. De ese modo el autor no se priva de describir con lujo de detalles el ultraje del que fue víctima Pauline en manos de aquellos violadores que creían que a través del sometimiento sexual iban a cobrar venganza contra los alemanes.

El texto es un desfile de personajes miserables, siendo la madre de Pauline, mujer corajuda y creyente, la única figura de humanidad desbordante. Pauline la respeta y la admira, pero le resulta imposible imitarla.

La novela trata a Pauline con piedad y compasión, algo que jamás manifestaron quienes la trataron en vida. Bajo la pluma de Seigle, Pauline Dubuisson vuelve a ser una mujer.

* Seigle, Jean-Luc. Je vous écris dans le noir. Flammarion, París, 2015, 18 €

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