La vérité es una película francesa de 1960 recordada por la
descollante actuación de Brigitte Bardot. La historia gira en torno a una joven
mujer que ha asesinado a su novio y es juzgada por ello; la versión de su
abogado defensor es que el episodio se trató de un crimen pasional, mientras
que los acusadores sostienen en cambio que ha sido un homicidio premeditado. Dos mundos
se enfrentan en la cinta dirigida por Herni-Georges Clouzot: la vieja
generación de corazón hipócrita, que sólo se molesta por cuidar las
apariencias, y la nueva generación de espíritu rupturista, acusada de
“libertina” por querer vivir según un código moral distinto.
La trama de La vérité está inspirada en la historia de Pauline Dubuisson, una
homicida que estuvo muy cerca de ser condenada a la pena de muerte. El Caso Dubuisson
escandalizó a la opinión pública de Francia a principios de la década de 1950,
pues Pauline era una asesina atípica: bella y brillante, provenía de una
familia acomodada, algo que, a la luz de la época, la ponía muy lejos de ser
una encarnación de la perfidia. Dubuisson recibió cadena perpetua en 1953, aunque
la misma le fue conmutada en 1959 por buena conducta. Una vez afuera, trató de
iniciar una nueva vida, pero la obra de Clouzot la incomodó bastante. Por ello
emigró hacia Marruecos en 1961, país en el cual finalmente se suicidaría durante el otoño de
1963.
El padre de Pauline era un
veterano de la Primera Guerra
Mundial, algo que aparentemente lo habría traumatizado lo suficiente como para
no ser el padre amoroso que debió haber sido. Su madre también vivió
desgarrada: dos de sus hijos, hermanos de Pauline, murieron por Francia en la Segunda Guerra Mundial. El
matrimonio Dubuisson se esforzó por hacer de Pauline una mujer ejemplar, pero a
sus 14 años todo Dunkerque sabía que ella estaba viviendo un amorío con un
médico alemán. Francia se encontraba ocupada por los alemanes y colaborar con
los invasores no era algo bien visto. Al concluir la guerra, Pauline cayó en
manos de los libertadores que, tras haber resistido la ocupación, se
encontraban ansiosos de comenzar con las purgas. De ese modo fue humillada
públicamente (la costumbre era llevar a mujeres como ella hasta una plaza para raparlas,
desnudarlas y pintarles cruces gamadas en el cuerpo, mientras las hacían
desfilar bajo una lluvia de insultos, escupitajos y ocasionales puntapiés o
puñetazos de la gente), y luego terminó siendo violada por varios hombres en el
interior de un calabozo. Cuando estaban por fusilarla, su padre intervino y le
salvó la vida. Pauline, deshonrada ante la mirada de los otros, tuvo que dejar su Dunkerque natal y reubicarse en Lille.
En su nueva ciudad ingresó en la universidad
para estudiar medicina. Pronto conoció a Félix Bailly, con quien inició una
relación amorosa. Bailly le propuso matrimonio, pero ella rechazó la oferta. Un tiempo
después se arrepentiría de ello, pero ya era demasiado tarde: Bailly vivía en
París y estaba por casarse con otra mujer. Pauline lo buscó y terminó
asesinándolo. Luego trató de suicidarse, pero falló y fue capturada por la
policía. El padre del Pauline, el mismo que la había salvado del pelotón de
fusilamiento, se quitó la vida cuando se enteró lo que había hecho su hija.
En La vérité las referencias a la familia disfuncional o a la
violencia revanchista están ausentes. Por ello Clouzot pudo armar una fábula
sobre jóvenes y viejos. Pero la realidad fue mucho más densa, compleja y obscura.
Jean-Marie Fitère escribió La ravageuse (París, 1991) para
rehabilitar a Dubuisson, quien ante los ojos de la opinión pública francesa era
una mujer perversa, que, no conforme con haber traicionado a su patria, llevaba
una vida vacía y hedonista, la cual era registrada en un diario personal en el
que relataba sus sórdidas aventuras sexuales y que, por supuesto, fue usado
como evidencia en su contra cuando le tocó enfrentarse al sistema judicial
francés. Cinco lustros después de la publicación de esa obra, el novelista
Jean-Luc Seigle vuelve sobre el tema con la misma intención que Fitère. Je vous écris dans le noir está
escrito en primera persona, pues su autor aparentemente empatiza tanto con
Pauline que se siente autorizado a contar su historia como si hubiese nacido de
la pluma de la protagonista.
Seigle pasa por alto los detalles
turbios producidos por Pauline y se concentra en reconstruir el abuso físico y
psicológico que, al parecer, habría marcado la vida de la mujer. De ese modo el
autor no se priva de describir con lujo de detalles el ultraje del que fue víctima
Pauline en manos de aquellos violadores que creían que a través del sometimiento
sexual iban a cobrar venganza contra los alemanes.
El texto es un desfile de personajes
miserables, siendo la madre de Pauline, mujer corajuda y creyente, la única
figura de humanidad desbordante. Pauline la respeta y la admira, pero le
resulta imposible imitarla.
La novela trata a Pauline con
piedad y compasión, algo que jamás manifestaron quienes la trataron en vida. Bajo
la pluma de Seigle, Pauline Dubuisson vuelve a ser una mujer.
* Seigle, Jean-Luc. Je vous écris dans le noir. Flammarion, París, 2015, 18 €
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