Izïa Higelin
heredó de Jacques, su padre, tanto el gusto por la música como el apellido
famoso que le permitió penetrar en la escena de la música francesa contemporánea
sin esforzarse demasiado. Izia (2009)
y So much trouble (2011), es decir
sus dos primeros álbumes, resultaron simpáticos, más allá de que en realidad no
le aportasen nada nuevo al rock francés. Muchos señalaron que, por su empuje y por
su energía en vivo, la muchacha parecía una émula de Janis Joplin. Y como hacer una carrera
reflejándose en la imagen de otro no es muy recomendable para alguien con
grandes aspiraciones, todos sus seguidores, esperanzados, se sentaron a observar como
evolucionaba su personalidad, como quien mira a una oruga transformarse en mariposa.
Pues
bien, sucede que cuatro años después del lanzamiento de su último disco de
estudio, la joven Higelin (no nos olvidemos que estamos hablando aquí de una
muchacha de unos 25 años) finalmente afirmó su personalidad. El problema es que
no hay mucho que admirar.
Izïa Higelin
antes rockeaba, ahora, en cambio, parece que olvidó como hacerlo: para
sacudirse la etiqueta de la “Janis Joplin francesa” no tuvo mejor idea que
afiliarse a ese movimiento de electro-pop que impera actualmente en el Hexágono.
Y tan comprometida está con la moda del presente, que de hecho decidió dejar de
cantar en inglés para empezar a hacerlo en francés.
La vague (tal
es el nombre del disco al que refiero) es una colección de clichés de una
jovencita que quiere demostrar que es elegante y sensual, y que por ello merece
formar parte de la rotación musical diaria de las radios. Sin embargo las
instrumentaciones son tan pobres que ni siquiera se esfuerzan por proponer una
melodía que resulte pegadiza, lo que obstaculiza de entrada al plan de Higelin.
Como la
música falla, entonces quien tiene la obligación de evitar el naufragio es la cantante.
Y aquí emerge un problema evidente: Izïa Higelin no ha entrenado su voz lo
suficiente y los equipos de audio no hacen milagros. El francés es una lengua
magnífica, pero es también tremendamente exigente. Escribir y cantar en este
idioma no es sencillo, y la
Higelin lo aprendió del peor modo. Basta oír el verso “Yeah,
you, je te donne tout” perteneciente a la canción “You” para sentir la
incomodidad de alguien que no ha tomado conciencia de la verdadera dimensión de
su lengua materna.
Creo
que, a excepción de la canción “Les ennuis” en la que Izïa canta junto a Orelsan,
La vague es completamente olvidable. La
hija de Jacques Higelin –hermana, por cierto, del talentoso Arthur H– ha dado
por fin una muestra de lo que realmente puede hacer. Y no es mucho. Pero al
menos luce bien en ropa interior.
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