miércoles, 29 de noviembre de 2017

Sangre y Orgullo

Si los escritores franceses contemporáneos manifiestan una fascinación con el nazismo y sus víctimas, no se puede decir que suceda lo mismo con respecto a aquellos quienes los derrotaron y ayudaron a liberar al mundo de su influencia. 
Y obviamente no me refiero aquí a las ficciones sobre los hombres y las mujeres que se unieron a la Resistencia en la Francia ocupada por los alemanes y operaron desde la clandestinidad contra los invasores, porque obras en esa línea hay muchas y muy variadas. Me refiero, más bien, a las ficciones sobre las huestes militares que no capitularon luego de la Batalla de Francia y optaron, en su lugar, por continuar combatiendo a Alemania. Sobre esos héroes hay pocos cantos -quizás ello se deba a que, como decía Nicolas de Malézieu, "les français n’ont pas la tête épique".

Se supone que ya los manuales de historia y los monumentos narran las hazañas de los hombres de armas, por lo que las plumas galas, sospecho, se sienten limitadas en su imaginación o superfluas ante la historia oficial. Sin embargo Jean-René Van der Plaetsen, un histórico periodista de Le Figaro, decidió explorar esa área poco explotada de las letras francesas con su último libro La nostalgie de l'honneur, el cual este año no sólo fue galardonado con el Premio Jean Giono sino que también recibió el Premio Interallié.

El libro de Van der Plaetsen comienza en Camerún en agosto de 1940. El protagonista de la historia, un capitán de artillería del Ejército Francés, decide ponerse bajo las órdenes de Philippe Leclerc de Hauteclocque, líder en la África Ecuatorial Francesa de las fuerzas de la Francia Libre. Poco después participa de la Batalla de Gabón, en donde la Francia Libre derrota a la Francia de Vichy. El protagonista, por cierto, se llama Jean Crépin.

Crépin, hay que decirlo para quien no lo sabe, fue una persona real, miembro de la aristocracia guerrera de Francia que combatió en la Segunda Guerra Mundial por la liberación de su país y la destrucción del nazismo. Y fue también el progenitor de la madre de Van der Plaetsen. La nostalgie de l'honneur, entonces, es el tributo de un nieto a su abuelo, quien además fue una notable figura de la vida militar francesa. 

Pero la obra no se conforma con ser la reconstrucción de una historia familiar, sino que, sobre todo, se ocupa de celebrar a toda una generación de franceses que conformaron una hermandad caballeresca que asumió la misión de recuperar la casa paterna y rescatar al alma materna de las garras de los enemigos (todo mientras en el Hexágono había quienes colaboraban gustosos con los ocupantes). Ese es el mayor mérito de Van der Plaetsen: recobrar con vivacidad la grandeza y el heroísmo de unos hombres valientes en una Europa como la actual, donde el nihilismo reina y donde ya muy pocos parecen estar dispuesto a sacrificar su vida por su patria. 

Gracias a ese crédito moral que al principio de la historia los personajes obtienen por combatir por Francia y derrotar a los nazis, el autor puede proseguir narrando los hechos posteriores (las guerras en Indochina y Argelia) sin cambiar de tono. Porque si bien el libro no lamenta la caída del Imperio Colonial Francés, si destaca el sentido de fidelidad de los militares por su tarea de defender la nación. Porque la vida de esa gente se construyó en torno a ello: dar todo por custodiar y proteger la bandera tricolor. 

El cambio de época convierte luego a Crépin en una suerte de burócrata de la paz, pero el militar todavía siente que su tarea de defensor de la patria no ha cesado, por lo que termina embarcándose en los planes para que Francia desarrolle armamento atómico, para evitar así que su país se vea amedrentado ante la Unión Soviética.

Llegan luego los años crepusculares, donde un Crépin ya con el cabello canoso y la piel arrugada vive con el orgullo de haber salvado a millones, pero procura no perder la modestia ante su empresa, ya que, al fin y al cabo, todo lo que hizo en la vida fue haber respondido afirmativamente cuando fue llamado a dar el justo combate. Empero también le pasa que no puede evitar sentir una extraña melancolía por un mundo menos atravesado por el conflicto y el enfrentamiento de franceses contra franceses, donde la sociedad parecía menos dispuesta a autodestruirse. 

Con imaginar la historia de su abuelo, con revitalizar las gloriosas campañas militares francesas, con apologizar el arte bélico, Van der Plaetsen logra representar también una época en la que todavía el mundo occidental sabía como hablar el idioma del honor. Una época que hace mucho se ha desvanecido. 


Van der Plaetsen, Jean-René. La nostalgie de l'honneur. París: Grasset, 2017. 19 

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